Edgar Chías y la explosión del teatro mexicano
Escrito por: Silvia Ortega Vettoretti.
Edgar Chías y la explosión del teatro mexicano
Edgar Chías cambió a todos la jugada. Cuando hace unos 15 años hacíamos teatro en México, muchos nos encontrábamos buscando montar textos de dramaturgos extranjeros. Era la moda, la convención oficial, lo esperado. Habíamos muchos directores atrincherados en las instituciones que otorgan los presupuestos. Se favorecía a los clásicos, la innovación del teatro alemán, los québécois nos estremecían. La realidad: nadie quería mirar dentro. La dramaturgia mexicana contemporánea la teníamos marginada. En ese entonces, Edgar Chías era un tipo de pocas palabras, muy cauto. En el escenario se le suponía como actor y escribió ciertas piezas tímidas. Hasta que estalló.
La explosión de Edgar Chías
La primera obra que le vi fue El cielo en la piel, dirigida por Mahalat Sánchez, una rapsodia escénica que amenazó el confort de los inflexibles hábitos de creación que entonces regían. Era una obra austera, de actores, dirección genuina y espectadores, sin más. La dramaturgia de Chías era desestabilizadora, nos hablaba a la cara, su interacción era incómoda y perversa, dulce a la vez; nos develó presente, ciudad, caos, soledad, violencia. Eso éramos. Eso vivíamos, eso nos concernía. Chías fundó entonces una identidad teatral autocrítica a la que le urgía revelarse. Desde entonces no paró. Además de Mahalat Sánchez, directores como Marco Vieyra, Richard Viqueira, David Psalmon, David Jiménez o el sobresaliente Martín Acosta se aliaron a su trabajo. Y la jugada cambió: miramos hacia dentro. Edgar es hoy una de las voces pilares de nuestro teatro. Es un obsesivo de la experimentación formal y de la provocación temática. La palabra y su sinapsis imaginativa es la de un autor absoluto. Más allá del teatro, es un escritor que busca la trascendencia de la palabra y la estructura con el fin de crear materia viva.
El Chías oscuro
Chías además es un tipo oscuro (en el mejor de los sentidos), del tipo de autor que se sumerge en el misterio y lo expone en toda su brutalidad. Disfruta cuestionar las trampas de los pactos sociales. Autor border (adicto a ponerse en riesgo y jugar con las fronteras de lo narrativo), Edgar ha indagado el teatro en todas sus formas, de lo más ortodoxo y dialogal hasta dramaturgias con técnicas mixtas, fragmentadas, discontinuas. Basta echar un ojo a obras como Crack, o de Las cosas sin nombre, De insomnio y medianoche, Ternura suite, Fronteras. Edgar Chías, junto con el dramaturgo Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio, organizan la Muestra Nacional de la Joven Dramaturgia en México, el caldo de cultivo más importante para la dramaturgia mexicana.
Sin duda Chías aportará a Creador.es arrojo y técnicas inspiradoras. Que lo aprovechen.
Para saber más sobre el taller de Edgar Chías en Creador.es 2015 visita: "El mapa textual".
Silvia Ortega Vettoretti
Silvia Ortega Vettoretti (México) es dramaturga, guionista, fundadora de la compañía Teatro de los Efímeros y organizadora de Transdrama (Seminario internacional de experimentación dramatúrgica). Sus obras teatrales han sido becadas y producidas por instituciones como FONCA, Coord. Nacional de Teatro del INBA, Compañía Nacional de Teatro, Fundación BBVA, etc. Escribe también para televisión y cine. Imparte cursos y talleres especializados en dirección de escena, escritura de guión y creación de argumentos. Además escribe en revistas especializadas.
5 PREGUNTAS A... JOSÉ RAMÓN FERNÁNDEZ
Hemos sometido a José Ramón Fernández a nuestras cinco preguntas. Lo podría oír el lunes 9 de septiembre en su master-class de Creador.es que ha dado por titular “Vamos a escribir juntos por unas horas”.
- ¿Por qué escribir teatro?
Entiendo que la pregunta es por qué escribir teatro en vez de novela, poesía, ensayo... Me gusta una expresión antigua: escribir para el teatro. Es decir, para otros, para un equipo en el que me integro, en el que entiendo la literatura como un elemento más dentro de un todo en el que la luz, la música, la danza, la interpretación… construyen un hecho de arte. Además, eso: no una obra, un hecho, una acción, algo que sucede en un momento y luego es sólo memoria, por muy digitales que sean los vídeos. Escribo teatro porque hay otros que harán con eso que escribo una función, porque escribo con ellos.
- ¿El teatro es un arma? Si lo fuese, ¿para qué?
A veces, sí. A veces usamos el teatro para defendernos de lo que pasa fuera, de la indiferencia, de las opresiones, de lo que no funciona bien, de que las manzanas no huelen. De la tristeza o de la soledad. No sé si sirve para cambiar cosas pero sí he tenido en ocasiones la sensación de que escribía lo que tenía que escribir; de que, escribiendo determinadas páginas, hacía lo que tenía que hacer.
- ¿La realidad y la ficción son las dos caras de una misma moneda? ¿Cómo se introduce la realidad en la ficción, o cómo lo has hecho tú?
La ficción es, para mí, un modo de concentrar la realidad, de poder contarla. Piensa en los sueños. Sueñas con que haces un viaje con una persona. Y ahí está. O en los recuerdos, que son formas de reconstruir la realidad inventando lo olvidado, seleccionando, creando elipsis. Escribes una ficción acerca de un recuerdo personal o recreando un momento de la vida de otro. Tal vez, lo que me resulta más difícil – lo he hecho varias veces – es convertir en personaje teatral a una persona real, escribir con sus palabras, trazar en pocas frases quién era esa persona: Cajal, Negrín, Unamuno, Goya… Es, por otra parte, un viaje fascinante.
- Tu dramaturgia trabaja los sentimientos muchas veces a partir de imágenes o silencios. ¿Por qué y para qué los utilizas?
Puede sonar raro, pero desconfío de la capacidad de las palabras. Muchas veces va a contar muchas más cosas el silencio de un actor sobre la escena que un monólogo que yo escriba. Por eso, en ocasiones, he escrito textos poblados de acotaciones que cuentan a los actores lo que ven sus ojos, lo que leen en silencio, lo que recuerdan o callan. Sé que eso se reflejará en su quietud, en su tensión, en su silencio.
- ¿Por qué crees que puede ser interesante participar en Creador.es?
A mí me han servido siempre los encuentros con otros. Como alumno, como profesor, como parte de un equipo… el contraste con el otro es lo que va a hacer que eso exista. Y el contagio que supone un encuentro de este tipo es múltiple y fascinante. Espero ser útil y aprender mucho en esa sesión. A ver, qué tal nos sale.